miércoles, 23 de febrero de 2011

Los sentimientos de una juventud... (I)


Fue aquel día, que con un rumbo en mi camino, desemboqué en una de las arterias de la ciudad hispalense. Me dispuse a entrar en aquel lugar, donde no me podía imaginar que fuera como una segunda casa para mí. Fue algo que vi al fondo, fue un sentimiento que mi recuerdo me susurra cada vez que te veo. Bajaste a Sevilla, para que tus devotos se arrodillaran ante ti. En ese mismo momento, conocí a una de las personas más maravillosas que hoy conozco, es como un hermano para mí, J.E.R. A partir de aquí, sentí como el escapulario rozó mi corazón, y ni me podía imaginar cómo iba a transcurrir todo esto. Poco a poco, me integré en la juventud carmelita, empecé a ‘echar una mano’ en priostía, floreció una devoción en mí. Ahora, no tengo otro lugar para ir, aquel camino lo encontré, y por ello, estoy satisfecho de lo que yo llamo ‘mis niños’. Sí, sois ustedes los que construís la hermandad, sois los que proponen proyecto, sois el futuro.

Todos reunidos bajo una misma devoción, esa devoción carmelita que en un fin muy lejano, ella nos acogerá para que descansemos junto a ella. No sé cómo decirte lo que te quiero, no sé cómo ir junto a Ti, me da igual ser marinero para ir a Tu vera, me da igual esconderme bajo Tu manto, me da lo mismo ir agarrado al respiradero, pero lo que quiero Madre, es abrazarte y decirte lo mucho que te quiero, y susurrarte en el oído lo guapa que eres; y mirarte de nuevo para creerme que estoy junto a Ti, Madre Nuestra, Capitana, sin duda Tú, eres la Belleza Mariana, si, Tú, Reina Sevillana, si me dan a elegir entre las flores te elegiría a Ti, Virgen del Carmen.

No perdáis la fe chavales, no rendirse, luchad siempre por lo que queréis, porque el rumbo de nuestras vidas se dirige hacia un mismo lugar: la Virgen del Carmen.

José Luis García González